He dudado mucho en agregar esta página a mi blog, pues nada tiene que ver con la narrativa. No obstante, lo hago como tributo a un pasado no tan lejano, en el que ejercí una profesión que amé, que me interrogó y que me acompañó muchos años. No es narrativa, pero son letras, mis letras de ayer, pero Las letras de Juan.
Las religiones, cualquier religión, tienen mandatos higiénicos, normativos y dogmáticos. Ciertas corrientes filosóficas intentan alejarse de tales imperativos categóricos sin lograrlo del todo. Hete aquí que, adherir a uno u otro modelo es opuesto a la relatividad universal. No obstante, hay fenómenos constitucionales para las especies, por ejemplo el reconocimiento olfativo del pezón en el mamífero recién nacido (Koupernik), que nada tienen de relativo, salvo las minoritarias excepciones propias de alteracones anatómicas o fisiológicas. Por otra parte, en particular en el objetivo de este enfoque, los animales, racionales o irracionales, están constituídos por órganos, éstos por tejidos que, a su vez, lo están por moléculas y éstas últimas por átomos que contienen partes menores. Siguiendo un camino inverso, podemos ir de las especies a mundos, satélites, estrellas y sistemas, y de estos al universo, de constitución semejante y que se renueva desde el principio de los tiempos, si éste existió. Al menos desde un punto de vista físico esto pareciera fuera de toda duda. Así pensadas las cosas, los humanos somos parte de un todo interconectado (Spinoza), que se mueve con leyes propias desconocidas por nosotros, a menudo interesados inútilmente, en dar explicaciones no matemáticas al infinito. Los aconteceres psicológicos propios de los humanos no son sino como la bisagra que une una puerta a una cultura, merced a su adaptación a la misma. Y si los humanos interactuamos con el todo, el estudio con limitadas intenciones de la relación existente entre e ser humano y el universo, da un porqué al estudio de la psicoastrología. Ni qué decir de la inutilidad del intento para quienes se sienten atados a un dogma, ni de la imprecisión en el mejor de los casos, o tal vez verosimilitud en su objeto, de quienes acceden a dicho estudio.
Una antigua y estimada colega, objetó mi adjetivación. El TIF no es un test, me dijo, es una guía anamnésica. Le contesté que era verdad, que no lo era, que sabía de antemano, que el Test de Información Familiar no era un test diagnóstico. Que los, aproximadamente, ochenta TIF que me fueron entregados constituían una muestra demasiado pequeña para extraer más conclusiones que alguno que otro rasgo común en la personalidad de los pacientes con reacciones similares en uno o en otro punto. Mi profesión estuvo entre los acontecimientos más felices de mi vida, la amé tanto, que cuando cerré la consulta, la cerré para siempre, como una pareja que ha dejado de serlo, pero de quien se guarda un entrañable recuerdo. Sin pacientes, no dejé de ser psicólogo, dejé de ejercer. Del todo. En consecuencia, le dije a mi colega, que mi trabajo, quedaba a la libre disposición para que otro u otros continuaran con la investigación, si les parecía conveniente hacerlo. Pero ese árbol genealógico tácito e información explícita, más allá de su evidente propósito de ganar tiempo, responden, también, a otro tipo de información. Un test subyacente, por así decirlo. Alguno de los testeados, no entregaron su <>, otros demoraron en hacerlo, otros no consultaron a familiares (obviamente. hubo quienes, por alguna razón, les resultaba imposible hacerlo). También tuve en cuenta a aquellos que, de formas significativamente diversas, negaron la explicitud de un gráfico que respondía claramente a un árbol genealógico que ascendía a todos los que se podía identificar hasta llegar a sus bisabuelos. Estaban los que no se colocaban en el vértice o se insertaban en algún otro lugar del gráfico, los que ponían amigos en el lugar que correspondía a un pariente, los que no usaron dos colores (como se lee en la consigna) y los que, de una u otra forma, no cumplieron con lo consignado. Por otra parte, le concedí una importancia relativa. pero no nula, a de quien se rodeaba el sujeto. Ciertamente, el nivel intelectual de cada paciente pudo provocar una u otra falla, cosa a tener en cuenta, pero con baja certitud en la mayoría de los casos. Todo ello me brindó valiosísimas pistas acerca de lo que iba a ser focal en la terapia toda o al inicio de la misma. Ése era mi <> subyacente.
Los ochenta tests consignados en mi comentario relativo al TIF corresponden a pacientes particulares. He excluído los hospitalarios porque, en este último caso, la corta duración normada, así como las deserciones, hacían poco confiables las conclusiones que detallo.
He dudado mucho en agregar esta página a mi blog, pues nada tiene que ver con la narrativa.
ResponderBorrarNo obstante, lo hago como tributo a un pasado no tan lejano, en el que ejercí una profesión que amé, que me interrogó y que me acompañó muchos años. No es narrativa, pero son letras, mis letras de ayer, pero Las letras de Juan.
Una Observación sobre psicoastrología
ResponderBorrarLas religiones, cualquier religión, tienen mandatos higiénicos, normativos y dogmáticos. Ciertas corrientes filosóficas intentan alejarse de tales imperativos categóricos sin lograrlo del todo. Hete aquí que, adherir a uno u otro modelo es opuesto a la relatividad universal.
No obstante, hay fenómenos constitucionales para las especies, por ejemplo el reconocimiento olfativo del pezón en el mamífero recién nacido (Koupernik), que nada tienen de relativo, salvo las minoritarias excepciones propias de alteracones anatómicas o fisiológicas.
Por otra parte, en particular en el objetivo de este enfoque, los animales, racionales o irracionales, están constituídos por órganos, éstos por tejidos que, a su vez, lo están por moléculas y éstas últimas por átomos que contienen partes menores. Siguiendo un camino inverso, podemos ir de las especies a mundos, satélites, estrellas y sistemas, y de estos al universo, de constitución semejante y que se renueva desde el principio de los tiempos, si éste existió. Al menos desde un punto de vista físico esto pareciera fuera de toda duda.
Así pensadas las cosas, los humanos somos parte de un todo interconectado (Spinoza), que se mueve con leyes propias desconocidas por nosotros, a menudo interesados inútilmente, en dar explicaciones no matemáticas al infinito.
Los aconteceres psicológicos propios de los humanos no son sino como la bisagra que une una puerta a una cultura, merced a su adaptación a la misma.
Y si los humanos interactuamos con el todo, el estudio con limitadas intenciones de la relación existente entre e ser humano y el universo, da un porqué al estudio de la psicoastrología. Ni qué decir de la inutilidad del intento para quienes se sienten atados a un dogma, ni de la imprecisión en el mejor de los casos, o tal vez verosimilitud en su objeto, de quienes acceden a dicho estudio.
Una antigua y estimada colega, objetó mi adjetivación. El TIF no es un test, me dijo, es una guía anamnésica. Le contesté que era verdad, que no lo era, que sabía de antemano, que el Test de Información Familiar no era un test diagnóstico. Que los, aproximadamente, ochenta TIF que me fueron entregados constituían una muestra demasiado pequeña para extraer más conclusiones que alguno que otro rasgo común en la personalidad de los pacientes con reacciones similares en uno o en otro punto.
ResponderBorrarMi profesión estuvo entre los acontecimientos más felices de mi vida, la amé tanto, que cuando cerré la consulta, la cerré para siempre, como una pareja que ha dejado de serlo, pero de quien se guarda un entrañable recuerdo. Sin pacientes, no dejé de ser psicólogo, dejé de ejercer. Del todo. En consecuencia, le dije a mi colega, que mi trabajo, quedaba a la libre disposición para que otro u otros continuaran con la investigación, si les parecía conveniente hacerlo.
Pero ese árbol genealógico tácito e información explícita, más allá de su evidente propósito de ganar tiempo, responden, también, a otro tipo de información. Un test subyacente, por así decirlo.
Alguno de los testeados, no entregaron su <>, otros demoraron en hacerlo, otros no consultaron a familiares (obviamente. hubo quienes, por alguna razón, les resultaba imposible hacerlo). También tuve en cuenta a aquellos que, de formas significativamente diversas, negaron la explicitud de un gráfico que respondía claramente a un árbol genealógico que ascendía a todos los que se podía identificar hasta llegar a sus bisabuelos. Estaban los que no se colocaban en el vértice o se insertaban en algún otro lugar del gráfico, los que ponían amigos en el lugar que correspondía a un pariente, los que no usaron dos colores (como se lee en la consigna) y los que, de una u otra forma, no cumplieron con lo consignado. Por otra parte, le concedí una importancia relativa. pero no nula, a de quien se rodeaba el sujeto.
Ciertamente, el nivel intelectual de cada paciente pudo provocar una u otra falla, cosa a tener en cuenta, pero con baja certitud en la mayoría de los casos.
Todo ello me brindó valiosísimas pistas acerca de lo que iba a ser focal en la terapia toda o al inicio de la misma. Ése era mi <> subyacente.
Los ochenta tests consignados en mi comentario relativo al TIF corresponden a pacientes particulares. He excluído los hospitalarios porque, en este último caso, la corta duración normada, así como las deserciones, hacían poco confiables las conclusiones que detallo.
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